Las canciones deben ser tristes, porque siempre hablan de desamor, de fracaso; cuando estás en ese momento, tan escaso en la vida, de pasión compartida, no se escribe, se vive

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domingo, 24 de junio de 2012

CUATRO DÍAS, PEREZA, MADRID.


Cuatro días. Cuatro días de hacerse 450 kilómetros con autobuseros que se les olvida cerrar la compuerta de las maletas. Cuatro días de perderse por entradas donde pone salidas. De pasear por el área 175 cantando "Get back". 

  

De ponerse hasta arriba de comida mexicana. De dormir en un pisito de Chueca prácticamente tres en la misma cama. De perderse por el metro en la línea 5.


 De hacerse 12 horas de cola y conocer a gente maravillosa en ella. De mil cigarrillos. De que te tiemble la lengua y las manos. De cartas manchadas con ceniza y helado. De carreras para llegar a la primera fila.

                                












De saltar con Almas Mudas. De preguntarme ¿Donde estarás esta noche? Y saber que si aún dices venga, yo digo vale. De echarte de menos justo en ese instante. De enseñarle la camiseta a Leiva cuando canta el de BURNING, RONALDOS Y LOU REED. De que solo se te oiga a ti y cuatro más cantar Nowhere Man. 

 



 

De taxistas que conducen temerariamente. De la fiesta en Chueca un viernes por la noche. De la calle fuencarral y la puerta del sol. De reirte sin poder parar. De paseos largos y discotecas dentro de casa. De luces de policía.











De La Chocita y el Ron Brugal. De bailar en La Latina mientras suena Chuck Berry de fondo. De la plaza de España y los sofás que regala el cielo. De volver a las 5:30 unos encima de otros en un mini por la Gran Vía.



 

 Del mein craft. De piercings perdidos. Del APM. De llegar a un minuto que saliera el bus de vuelta. De desear no haber llegado a tiempo. De la melancolía de estos días. Del mejor viaje de mi vida