Vivíamos en ese colchón.

  

Fue una de las épocas más felices de mi vida. No teníamos mobiliario fijo, hacíamos picnis en la habitacióm. Comíamos cuando teníamos ganas y nos quedabámos despiertos toda la noche si queríamos. Nunca caíamos en la rutina. Nunca nos dormíamos o despertábamos a la misma hora. Vivíamos en ese colchón...

El colchón a ras del suelo, las sabanas violetas de seda y la terraza en frente. Creo que hace rato que llueve, porque oigo como caen las gotitas en la repisa de la ventana pero no me habia dado cuenta hasta ahora. Entreabro los ojos, lo veo a mi lado y los vuelvo a cerrar. Me mira y sonríe cuando me abrazo más fuerte a él. (...)

Se levanta, se medio viste y coge el bajo y la guitarra. Empieza a tocar "Ojos de ron". Falta la otra mitad. Qué bien sonaba el otro día con la eléctrica. "Me engaché a tus caderas, ladronas de mi razón. Dulces y perversas cadenas... ¿que harás hoy, corazón?"

Estos son los fines de semana que le dan sentido a todo. Los besos, las sonrisas bonitas, el disco de Civilians entre otros, los baños y las duchas; e incluso el preparar la comida contigo y tener entre medio los pequeños e intensos momentos de pasión, a todas horas. 

As tears go by.

Me esperan cuatro días en esa habitación. La buena noticia es que le tengo cierto cariño a esas cuatro paredes, en el tercer piso, escondida entre tanto amplio pasillo. Con una pequeña puerta y su balconcito, el sillon en frente y el cenicero al lado. La guitarra en el rincón izquierdo, el tocadiscos y las estanterias repletas de libros y vinilos. La mala, es que me trae recuerdos esa cama tan grande y cómoda, rodeada de cojines, donde en esas interminables noches de agosto, me dormía llorando.
Así que mi maleta se reduce a ropa, libros (uno en especial que lo llevo siempre que me voy), películas, diarios, gafas de sol y música, mucha mucha música para no recordar and watch as tears go by.